lunes, 17 de octubre de 2011

LA REVOLUCIÓN INTELECTUAL

LA REVOLUCIÓN ASESINADA

Es necesaria una Revolución en España y en el mundo. Y lo es ya. Esto es algo que repiten incansablemente cada vez más personas. Lo repite todos los días el movimiento 15M, lo repiten todos los días en IU, lo repiten todos los días los rebeldes de los institutos y las universidades. Si. Pero también lo repiten todos los días en la televisión, en las revistas y en las canciones: la revolución dermo-estética, la revolución en la telefonía móvil y la revolución está ahora hasta en los pañales Dodot. Y yo me lanzo y pregunto a todo el que me lea. ¿Qué es una revolución? Y nadie responde. Yo os invito a todos los lectores a que dejéis de leer y respondáis; y que luego salgáis del papel y lo preguntéis a vuestros compañeros. Menuda sorpresa os vais a llevar al descubrir que casi nadie sabe ni lo que es una revolución. Y eso solo se puede explicar porque la palabra revolución es una palabra que se ha vaciado. Al igual que el capitalismo vacía al Che con millones de camisetas producidas en sus fábricas de explotación, al igual que vacía la rebeldía con todos esos productos “punkies” y de colorines que son más humo que actitud, al igual que vacía el concepto de solidaridad creando un mercado del solidario hippie obtenido por explotación, igual que vacía la imagen de Palestina vendiendo sus prendas, al igual pasa con todo esto el capitalismo vacía también el concepto de Revolución.
            ¿Qué significa y qué quiero decir con vaciar algo? Vaciar algo es despojarle su significado, su símbolo y su valor. Vaciar algo es reducirlo a su valor de cambio y negar que tenga un valor de uso más que estético o sujeto a las reglas del consumo. Vaciar algo es como coger un vaso lleno de agua, verter su contenido a la calle y devolverlo vacío para que te lo bebas. ¿Cómo te vas a beber un vaso vacío? Pues esa misma pregunta la respondo preguntando, ¿cómo vas a hacer una revolución si no sabes que es una revolución, si solo tienes su carcasa, su vaso, y no tienes el líquido simbólico que contenía? Es la táctica del capitalismo, la anulación de la conciencia y la inteligencia empachando con consumo. Matando con el lujo. Fiestas, alcohol, moda, televisión, famosos, fútbol. Y nada de libros. Y ser revolucionario es solo parecer que lo eres, meterte dentro de la carcasa. Y nadie sabe que una hatta rosa es un insulto. Y nadie entiende lo que defiende.
            ¿Qué se debe hacer? Se debe dejar de ser un hipócrita. Pararnos a pensar un poco antes de ponernos a hablar. Escribió un compañero una vez lo siguiente: “Nosotros estamos convencidos de que las masas se levantarán contra el capitalismo, y lo que nos preguntamos a nosotros mismos cada día es lo siguiente: cuando eso suceda, ¿estaremos preparados para cumplir con nuestra obligación de comunistas, de vanguardia revolucionaria? ¿Conseguiremos estar a la cabeza de ese movimiento?“ La Revolución, como bien dijo Lenin, empieza por casa. Las exageradas manías consumistas, acrecentadas cada vez más y más, no hacen sino descubrir lo que el compañero Gabriel Menéndez escribió hace un poco más de medio año, el evidente fetichismo de la mercancía imperante en la ya más que contradictoria sociedad española. Debemos ser conscientes de ese fetichismo, y debemos destruirlo previamente en nuestras mentes antes de realizar cualquier cosa. Situarnos por encima de él, a otra dimensión, y darnos cuenta de que vaciar el contenido revolucionario de un símbolo no es más que una táctica deliberada del capitalismo para someter a la población. ¿Por qué se vacían únicamente los símbolos que incitan a la revolución? ¡¡Está clarísimo!! Vuestro principal deber, si aún no lo habéis hecho, es libraros de ese despojo de suciedad capitalista que enturbia vuestra conciencia. ¡Sólo entonces podréis pensar por vosotros mismos! ¡Sólo entonces podréis plantearos de verdad una revolución! ¡Sólo entonces dejaréis de esperar el carro de la revolución, que nunca, nunca parará al lado de vuestra casa, y os pondréis a caminar para construir vosotros lo que tanto anheláis, para construirlo con vuestros valores y vuestra inteligencia! No con sus valores y con su inteligencia, ¡sino con la vuestra! ¡No somos máquinas, somos personas esclavas que algún día dejarán de serlo! Antes de gritar, ¡Revolución!, librémonos de esas cadenas capitalistas que nos atan y no nos dejan caminar, y andemos entonces todos juntos, como hermanos y compañeros, hacia un futuro más libre y más hermoso.

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